«Permaneció frente a ella, observándola escribir. Cogía la pluma con suma delicadeza, pero firmemente, y él fue incapaz de evitar el pensamiento que se hizo un lugar en su cabeza. ¿Acariciaría a un hombre del mismo modo? Sin saber por qué, quiso sentir su caricia sobre él, comprobar si sería fuerte y firme a la vez. Aquel pensamiento era una locura ¡si a él no le gustaba que lo tocasen! Pero sabía que podría hacer una excepción con ella… sólo para comprobar la certeza de su pensamiento.»
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